Fuente original: Psicología Contemporánea de J. Vicente Viqueira.
La única corriente, dentro del objetivismo psicológico, que tiene importancia hoy día es el conductismo, creado por el norteamericano Watson, y que se halla muy extendido en su país de origen. Se llama así porque la investigación, según él, debe dirigirse no a la conciencia, sino a la conducta (Behavior) de los seres animales.
En el conductismo debemos considerar dos aspectos: por una parte, la crítica de la psicología introspectiva y, por otra, sus concepciones propias. Como las segundas están condicionadas por la primera, es preciso, antes de nada, considerar dicha crítica. Erróneamente, hay que tenerlo en cuenta, confunde, al llevarla a cabo Watson, la psicología introspectiva con toda la psicología anterior a la suya. Sin embargo, después de los capítulos anteriores, será claro que la psicología introspectiva es sólo una dirección de la actual psicología. Es más; precisamente, como hemos indicado varias veces, W. Wundt mismo miraba con desconfianza a la introspección y ante todo deseaba basarse, en su psicología, en los datos experimentales. Pasemos después de esto a la crítica.
La introspección es estéril, dice Watson, y sólo lleva a una serie de «cuestiones especulativas e inútiles que no pueden someterse a una confirmación experimental». En la demostración de esta tesis, Watson afirma: 1.º, que la psicología introspectiva (incluso la experimental) en los cincuenta años que lleva de vida ha fracasado, pues no ha logrado más que hacer populares ciertos términos, como memoria, fantasía, etc.; 2.º, que sólo en los casos de mayor objetividad, es decir, en la psicología aplicada, se ha tenido éxito. Ahora bien; en cuanto al primer argumento, es evidente que los hechos muestran lo contrario, pues lo que hoy sabemos de la vida mental es mucho más que lo que sabíamos antes, aunque este saber no pueda ser aplicado siempre ni traducido en fórmulas matemáticas o recetas. Recordemos en este respecto el dominio de los procesos de memoria, donde las investigaciones han comenzado hace mucho menos de cincuenta años. El negarlo, o es meramente arbitrario, o denota un total desconocimiento de la historia de la psicología. En cuanto al segundo argumento, nos remitimos a lo que se expuso en el capítulo III, al hablar del influjo de W. Wundt. Fue la psicología experimental y a veces introspectiva, y no ninguna otra distinta de ésta y de un mayor carácter objetivo, la que ha contribuido, sirviendo de base, a la creación de la pedagogía experimental de Meumann, de la psicología del testimonio de Stern y de las escalas métricas de la inteligencia de Binet.
No ha sido, pues, de ninguna manera estéril la labor de la «psicología tradicional», como Watson pretende. Tanto teórica como prácticamente, su fecundidad se ha mostrado grande. Por otra parte, no son motivos meramente científicos lo que llevan a negarlo a Watson, sino una exagerada tendencia practicista que quiere llegar a fórmulas capaces de ser aplicadas y que para ello pretende saltar por cima de todas las dificultades. Pero cabe preguntarse: ¿de dónde pueden salir estas fórmulas que nos permitan conocer la conducta de los sujetos e influirla, si no es del análisis de la vida psíquica? Watson no lo cree así, y debemos ver ahora cómo procede. Pasemos por lo tanto a la parte positiva, afirmativa, del conductismo.
La psicología se ha de dirigir, pues, no al examen introspectivo del espíritu, sino al estudio de la conducta de los seres vivos. Ésta se halla constituida por las reacciones del sujeto ante los estímulos del medio, y dichas reacciones han de entenderse sólo fisiológicamente. Además, la conducta no se reduce a la actividad del sistema nervioso que forma sólo un momento en ella, sino que incluye todo el ser vivo, lo que, naturalmente; ya se presuponía en el concepto de reacción. Este punto de vista separa al conductismo de Watson de la psicología objetiva o reflexología de Bechterew.
Sin embargo, intercaladas entre el comienzo y el fin de la reacción parecen hallarse la imagen y la emoción, es decir, procesos centrales, tan sólo constatables por la conciencia. Es de notar que Watson no se preocupa en este caso, como se ve, más que de la imagen (16) y la emoción. Ahora bien; dichos estados, dichos procesos centrales, tienen como correspondiente en el dominio fisiológico una determinada reacción periférica, y no un estado central cerebral. No existen, pues, procesos centrales. Al mostrarlo, se lanza Watson por fantásticos caminos. La imagen y los procesos de ideación se reducen, según él, al pensar, y el pensar al pensar hablando, y de aquí, fisiológicamente, a movimientos de la laringe. Así, pues, el análogo fisiológico conductista de la ideación y de la imagen son los movimientos de la laringe. En cuanto a la emoción, se reduce, del mismo modo, a contracciones y distensiones de los órganos genitales; son, pues, las emociones en su origen, todas eróticas. A estas formas de conducta, de reacción, que se presentan como cambios motores a primera vista no apreciables, llama Watson conducta implícita, y conducta explícita a aquella consistente en movimientos aparentes del individuo. Claro que aquí, a pesar de todas las protestas, se procede partiendo de la introspección: pero, por desgracia, de una introspección burda y vulgar. Pruebas de que toda la vida mental se reduce a conducta explícita e implícita, no se encuentran en Watson; sólo sí indicaciones tomadas de las concepciones psicológicas corrientes, es decir, aprovechadas de la psicología tradicional (17).
En cuanto a la conducta, se halla determinada por lo que el individuo trae en su organización por herencia (lo hereditario) y por lo que logra en su vida (hábito). De aquí surge todo el campo de investigación del conductismo. En relación con esto, debemos hacer notar que, según Watson, el conductismo estudiará la conducta de todos los seres vivos, y no sólo la del hombre, como hasta ahora lo ha hecho la psicología atada por los prejuicios de la introspección que sólo podría dar por resultado una psicología humana. En todo caso, cuando se trataba de construir la psicología animal, se partía de la psicología humana. Ahora bien; el conductismo procederá de otra manera. Primero se dirigirá al estudio de la conducta animal, que indagará libre de antropomorfismos, y partiendo de esta conducta más simple, tratará después de entender la conducta humana. En realidad, esto ha llevado a Watson a construir una psicología animal y a dejar a un lado la psicología humana. Así su libro capital (18) es, pura y simplemente, un tratado de psicología genética animal. Esta tendencia se pone de relieve en sus métodos, basados, en lo capital, en dicha rama de la psicología.
Ya se indicó el interés práctico del conductismo. Los fines que persigue, según Watson, son eminentemente fines técnicos. Si conocemos la conducta de un animal o de un hombre, los factores que la originan y modifican y en qué medida y sentido la modifican, estaremos en condiciones de guiar u orientar esta conducta en el sentido que creamos oportuno. Precisamente el conductismo pretende damos el antedicho conocimiento de la conducta y sus factores, y ser así una sólida base para una psicotecnia, para una técnica del influjo sobre los hombres, pues de la aplicación al mundo animal no parece preocuparse Watson. Esta psicotecnia nos dará reglas para regular la conducta humana en todas sus esferas y será, por consiguiente, el último fin adonde se dirijan las investigaciones conductistas (19).
- (16) «El obstáculo más serio en el camino para un paso libre del estructuralismo al conductismo es la sensación de origen central, la imagen. Si el pensar procede en términos de sensaciones de origen central, como mantienen la mayoría de los psicólogos estructuralistas y funcionalistas, debemos admitir que existe una limitación seria en el método del conductismo. La imagen, desde Galton, ha sido el sostén interno de la psicología basada en la introspección.» WATSON, Behavior, pág. 16.
- (17) Argumentos en contra de la imagen tomados de la psicología: 1.º, intento de Woodworth, Thorndick y otros de mostrar que hay pensar sin imágenes y sin procesos de origen periférico; 2.º, fracaso de los métodos objetivos para determinar el tipo de imaginación; 3.º, intentos, aun de los estructuralistas, de reducir los procesos llamados superiores del pensar a grupos de oscuros procesos orgánicos (WATSON, Behavior, pág. 18). En la emoción declara sin más aceptable la reducción de la emoción a sensaciones orgánicas, intentada por Stumpf.
- (18) Behavior, An lntroduction to comparative Psychology.
- (19) VVATSON, Psychology as the Behaviorist views it (Psychological Review XX, 1913, 1581, págs. 167-187).
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